sábado, 25 de mayo de 2013

LÁMPARAS DE SAL ANDINA


Ionización natural

Los ionizadores para hogares y oficinas surgieron como una necesidad frente la invasión de radiaciones nocivas, generadas por artefactos eléctricos en ambientes cerrados. La energía eléctrica fluye entre partículas de distintas polaridades, llamadas iones. Un ión negativo es una molécula electrónicamente cargada compuesta de oxígeno. Un ión positivo es una molécula que ha perdido sus electrones en el proceso de contaminación atmosférica.

Nuestra salud física y mental está influenciada entre otras cosas, por la correcta ionización del ambiente en que vivimos. Hoy existen más fuentes de iones positivos que en el pasado, lo cual crea un desequilibrio eléctrico que nos afecta sensiblemente (redes eléctricas, calefacción, sistemas de enfriamiento, televisores, radios, transmisores, radares, computadoras, extractores, microondas, teléfonos celulares, humo de cigarrillo, etc..). Para comprender esto, basta con pensar cuánto mejoran nuestros sentimientos en un clima de montaña o en medio de un pinar, lugares donde se concentra una gran cantidad de iones negativos.


El exceso de iones positivos, producido por la contaminación química y electromagnética, es causa de estrés (estimula la producción de noradrenalina), puede producir insomnio, migrañas, agotamiento, hipertensión, depresión y agravar el asma y las alergias respiratorias. Una mayor cantidad de iones negativos mejora la calidad ambiental, elimina las partículas en suspensión del aire (polen, polvo, ácaros, bacterias) y tiene efectos neurobiológicos muy positivos; induce el relax y favorece la secreción de melatonina (mejora la calidad del sueño y de la regeneración celular). Producen mejorías en alergias, dolores de cabeza y jaqueca, reducen la severidad de los ataques de asma, pueden realzar el sistema inmune, aumentar la productividad en el trabajo, fortalecer la concentración, aumentar la capacidad pulmonar, y reducir la susceptibilidad a gripes y resfríos recurrentes.

En la naturaleza, los iones negativos se crean por medio del viento, la luz solar, las caídas de agua, las tempestades y la lluvia. En el aire fresco encontramos hasta 4.000 iones negativos por centímetro cúbico (el tamaño de un cubo de azúcar), mientras que cerca de una cascada se pueden hallar hasta 10.000 iones negativos. Como contraparte, está calculado que el número de iones negativos en grandes ciudades no alcanza los 100 por centímetro cúbico. Estudios científicos demuestran que las lámparas de cristal de sal pueden aumentar la cuenta de iones negativos en su derredor hasta en un 300%. Cuando el cristal de sal andina se calienta, absorbe humedad y el contacto con estas partículas provoca la liberación de iones negativos, funcionando como un ionizador absolutamente natural.

Las lámparas de sal armonizan nuestros ambientes y neutralizan la influencia nociva de los campos electromagnéticos artificiales. Es la razón por la cual estas lámparas forman parte del arsenal de recursos de los profesionales del Feng Shui, ciencia oriental milenaria que procura la armonización de los ambientes habitados.

Extraído del libro “La Sal Saludable”



EFECTIVO METODO CURATIVO


Las pautas utilizadas por el Dr. Jean Seignalet en el tratamiento de sus pacientes, ha dado lugar al llamado Régimen Ancestral. Las bases principales de este régimen son: la exclusión de los cereales alterados genéticamente respecto a sus ancestros; la exclusión de las leches animales y de sus derivados; el mayor consumo posible de productos crudos; la utilización de aceites vírgenes obtenidos por primera presión en frío; la preferencia por los productos orgánico o biológicos; y una suplementación vitamínica y mineral a dosis fisiológicas (idénticas a las producidas por el cuerpo). Veamos los principios fundamentales del Régimen Ancestral de Seignalet:

1º) Exclusión de leches animales (vaca, cabra, oveja, yegua) y de todos sus derivados. La leche de vaca es muy diferente de la leche materna y resulta particularmente nociva para la biología humana.
2º) Exclusión de los cereales genéticamente degenerados, sobre todo trigo y maíz, porque han sufrido mutaciones importantes y se consumen muy cocidos, a diferencia de los cereales salvajes ingeridos por nuestros antepasados. Se pueden conservar el arroz y el trigo sarraceno, inofensivos y sin grandes mutaciones. El Dr. Seignalet demuestra con un estudio de evolución filogénica, que el arroz posee una característica particular respecto a los demás cereales: sometido a manipulaciones agrícolas, tiende a volver a su estado salvaje inicial; el arroz actual es muy similar a su ancestro prehistórico, cosa que no ocurre con el trigo y el maíz. Además las proteínas del arroz, aunque alteradas por la cocción, se toleran mucho mejor que las de otros cereales cocinados. Seignalet evita pronunciarse acerca de otros cereales (africanos, asiáticos o americanos), por falta de mayores elementos de juicio.
3º) Exclusión de los productos demasiado cocidos, por el hecho de que la cocción genera nuevas moléculas (isómeros, moléculas de Maillard, hidrocarburos aromáticos policíclicos y aminas heterocíclicas cancerígenas) inaccesibles a nuestras enzimas. Seignalet aconseja comer productos crudos o cocidos por debajo de 110°C, porque es a partir de dicha temperatura que se forman las estructuras peligrosas. Carnes, pescados y yema de huevo están autorizadas, pero bajo forma cruda o “suavemente” cocida. En la cocción se recomienda el vapor, el estofado, el escalfado o el cocimiento a fuego lento. Se desaconsejan parrilladas, frituras y horneados, procesos que generan temperaturas de entre 200 y 700ºC.
4º) Exclusión de los aceites extraídos en caliente o refinados, que contienen hexano tóxico, ácidos grasos saturados peligrosos e isómeros “trans”, inabordables por nuestras enzimas y muy nocivos. Hay que utilizar aceites crudos, extraídos por primera presión en frío y vírgenes (no refinados).
5º) Exclusión de productos contaminados: aditivos alimentarios (colorantes, conservadores, estabilizantes...), pesticidas, abonos, hormonas, antibióticos administrados a los animales, etc. Esto significa buscar alimentos de la mejor calidad, preferentemente biológicos o de producción natural.
6º) Suplementación en minerales, oligoelementos, vitaminas, antioxidantes, fermentos lácticos y ácidos grasos esenciales. Las carencias de vitaminas y minerales son muy frecuentes en nuestra época, debido a las aberraciones en los métodos de producción agrícola y ganadera. Los fermentos lácticos contribuyen a restaurar un buen equilibrio intestinal. Los ácidos grasos esenciales, además de sus acciones inmunomoduladoras y antiinflamatorias, contribuyen a la integridad de la pared intestinal. Los antioxidantes capturan los radicales libres, muy nocivos y abundantes en el proceso de “ensuciamiento”.

El Dr. Seignalet recomienda consumir frutas, verduras, legumbres, frutas secas, semillas, germinados, aceites de presión en frío, especias condimentarias, miel y polen. Carnes, pescados y huevos son tolerados si no provienen de cría industrial, consumidos con escasa cocción y una sola vez por día. Las bebidas alcohólicas de fermentación natural se permiten en pequeñas cantidades. Se prohíbe el azúcar blanco y sus derivados, la sal refinada, las conservas y el tabaco. También recomienda evitar al máximo los alimentos cocidos y las comidas copiosas.

Extraido de "Productos saludables Prama" www.prama.com.ar